Día #2: Lo que crees te define: Cómo transformar tus creencias y tu vida
Descubre cómo identificar y reescribir las creencias que limitan tu potencial. Desde pequeños pasos hasta grandes transformaciones, este es el relato de un cambio que lo cambió todo.
¿Qué pasaría si te dijera que tus creencias son el motor de tu vida? Lo que crees sobre el dinero, el amor, las relaciones, e incluso sobre ti mismo, define cada paso que das. Es un pensamiento poderoso, ¿no? Pero también puede ser aterrador. Yo lo viví. Y hoy quiero compartir contigo cómo transformé las creencias que me limitaban en pilares para una vida llena de posibilidades.
Imagínate esto: por años, pensé que no merecía ciertas cosas. Que no podía aspirar a una pareja hermosa e inteligente porque "cuando descubriera la verdad sobre mí" (sí, esa verdad que yo mismo inventé), me dejaría. Que el lujo o el éxito eran para otros. Que pedir el platillo más barato en el restaurante me haría una mejor persona. Creencias como estas moldeaban mi mundo.
Hasta que un día, algo cambió.
En este texto, te cuento el momento en que decidí enfrentar esos pensamientos, los pequeños pasos que di para romper esas barreras, y las herramientas que me ayudaron a construir nuevas creencias, más fuertes y alineadas con lo que realmente quería. Este es un relato de vulnerabilidad, crecimiento y, sobre todo, de cómo podemos redefinir nuestra realidad cuando cambiamos lo que creemos.
🔒 Aquí empieza la transformación...

Recuerdo el momento exacto en que me di cuenta de que mis creencias estaban dictando mi vida. Fue una tarde cualquiera, en un restaurante donde ni siquiera me permití mirar el menú completo. Pedí lo más barato, como siempre. Pero esta vez, algo se sintió diferente. Me invadió una pregunta incómoda: ¿Por qué hago esto? ¿A quién intento complacer con mi supuesta "humildad"?
Esa pequeña pregunta fue el inicio de un cambio profundo. Comencé a observar otras áreas de mi vida donde las creencias limitantes me estaban frenando. En las relaciones, por ejemplo, constantemente minimizaba mis logros y me esforzaba por parecer "menos" para no intimidar a los demás. En el trabajo, evitaba presentarme para proyectos importantes porque pensaba que no era lo suficientemente bueno.
Pero el mayor desafío llegó cuando decidí desafiar esas creencias. No fue fácil. Cada paso hacia lo desconocido venía acompañado de un miedo paralizante, pero también de una pequeña chispa de esperanza. Recuerdo una vez, en una reunión social, donde conscientemente elegí iniciar una conversación con alguien que me intimidaba. Mi corazón latía con fuerza, pero el resultado fue revelador: no solo la conversación fluyó, sino que descubrí que esa persona también luchaba con inseguridades similares.
Comencé a documentar estos pequeños momentos de victoria. Desde atreverme a pedir algo que realmente deseaba en un menú, hasta levantar la mano en una reunión para compartir una idea. Poco a poco, esas pequeñas acciones fueron construyendo una nueva narrativa en mi mente: merezco lo que quiero. Esa frase, tan simple, se convirtió en un mantra que repetía cada vez que la duda intentaba colarse de nuevo.
Y lo más importante: aprendí a fallar sin miedo. Descubrí que el fracaso no era el fin del mundo, sino una oportunidad para ajustar mis creencias y crecer. Como cuando intenté negociar un aumento de sueldo y no lo obtuve, pero salí de esa reunión con una claridad renovada sobre lo que valgo y lo que podía mejorar.
Hoy, miro hacia atrás y me doy cuenta de cuánto han cambiado las cosas. Ahora sé que mis creencias no son inamovibles; son herramientas que puedo ajustar y afinar según mis metas. Esta transformación no solo me permitió alcanzar logros tangibles, sino que también me dio algo aún más valioso: paz interior y confianza en el camino que estoy construyendo.
Si este contenido resonó contigo, te invito a compartirlo con alguien que también podría beneficiarse. Juntos, podemos crecer y construir una comunidad que transforme vidas, una creencia a la vez. ¡Gracias por ser parte de este viaje!
-
23 de Octubre del 2023, Tirana, Albania.